Usos y Desusos

La palabra como arma de guerrilla, como impulso primordial del cambio fundacional.
La palabra como bomba de racímo que cae entre las tropas y despierta sus cabezas.
Como golpe más que como advertencia. Como tortura más que redención.
La palabra como una polea, que levante el peso de los poderosos y los deje caer donde más les duela. Como una honda que me haga más David y menos Goliat.
Como una porra que quiebra piernas y rompe ilusiones. Como si fuera un desenlace, como si fuera un alumbramiento.
Como una primigenia llama de comunicación, y, a la vez, como una estocada asesina de intenciones falsas.
La palabra como una efímera pero definitiva victoria intelectual.
O como un error que podría romperte el corazón.
Como una caricia que enamora hasta al más materialista.
Como un casquete que incluso despúes de utilizado, se puede volver a disparar.
La palabra como fuego. Como verbo y no como simple sustantivo. Como acción que merece reacción
La palabra en Claroscuros. La palabra Agridulce.
Como si fuera a nacer pero quisiera matar.

Así como, incluso sin proponérmelo, aspiro utilizarla.

Conclusiones No Definitivas

La más profunda de las traiciones que puedes cometer contra un hombre. La más mortal de las estocadas. El más sangriento de los golpes. Pordía seguir y seguir pero no tendría sentido, creo que dejo claro el punto.

Para que prometer? Para que dar razones que no son tales, o que faltan a la verdad?

Si hay algo que no hice fué faltarte a la verdad, en todo este tiempo de claros y oscuros. Siempre estuve ahí, estoico, genuino, con todas las visicitudes de mi asquerosidad repentina, para que las vieras de frente y decidieras con ellas en tus manos.

Pero no tú. En tu tumba debe decir que nunca fuíste la más sincera, a pesar de todo.

Y en mes y medio dices saber que tú vida continuó. Já. Podría revolcarme de la risa, creéme. Tú, la que cambia de mejor amiga todos los semestres. Tú, la que vuelve con la cola entre las piernas cuando la realidad pesa más que esa mascara de "estar bien". Tú, la que no sabe diferenciar entre los buenos y los malos chicos, porque nunca ha conocido a los malos de verdad.

Pero ya está hecho, hace meses que lo está. Ya amo la luna de nuevo, con la fría melancolía de épocas anteriores. Ya recuerdo como eran los caminos sin huellas que se pueden transitar. Ya estoy aquí, con los intestinos por fuera y varios kilos más delgado. Cualquier cosa que pasó, pasó.

Así que hazme un favor, y mueréte de una vez. Descansa en la tumba helada de los recuerdos que no quiero recordar. Entregate a los labios de algún tipo alto, rubio y de apellido rimbombante, regalale tu olor dulce como si no fuese un obsequio reservado para los inmortales. Ahoga tus gritos de placer poco experimentado en sus manos egoístas e higienicas.

O mejor aún. Hagamos un pacto. Un pacto para vivir. Será simple. Tu no me vuelves a hablar, y yo hago como que nunca has existido en esta puta vida.