Patio Grande

Una espalda cruzada por el dolor de la mala postura. Un caminar mirando el suelo. El peso de los padres que se ven a sí mismos en sus ojos.
Una niñez viendo dibujos animados del otro lado del mundo geográfico, y del económico, intercalados con programas documentales de “aprenda por usted mismo”
Un volantín que no supo levantar, una bicicleta que nunca aprendió a amar. Los libros en soledad, las hojas arrancadas de los cuadernos con una lista de los superpoderes que tendrían esa tarde.
La reserva con los cubanos barbudos y las primeras letras del abecedario encerradas en círculos, rayadas en las murallas. El repudio por la nicotina y el alcohol. El no estar de moda, de a poco, en todo.

El chico se levantaba y le rezaba al dios en el que creía cada vez menos. Aprendió a desconfiar de todo menos de su cabeza, sin siquiera recordar por qué. El mundo parecía de mentira, una obra de teatro que se desenmascaría con los 18 años. No podía ser simplemente eso.