Las Ganas

Quiero inmolarme en frente a la estación central,
Escupirle en la cara a la fuerza policial.
Quemar las grandes alamedas donde no caminan más que idiotas,
todos sin memoria y llenos de miedo.
Quiero borrarme, salir de este mundo.
Amanecer tirado en una esquina la mañana en que el cambio haya llegado,
luego de haber peleado la noche anterior hasta perder de la memoria todo lo que importa.
Quiero aspirar todo el oxígeno del mundo.
Volar por encima de las ciudades y no bajar nunca más en la vida.
Golpear una muralla hasta que mis nudillos sangren,
o mejor aún, la cara de algún cristiano estúpido que mida más de uno ochenta.
Beber hasta vomitar mis intestinos.
Encontrar la respuesta de la vida en el fondo de un callejón solitario.
Bailar en círculos concéntricos alrededor de una pira monumental,
invocando lluvia ácida.
Ahogarme en una mezcla de bilis lujuriosa.
Hundirme en el sabor del chocolate y las lacrimógenas.
Dejarme los trozos del cuerpo tirado, como migajas de un macabro trozo de pan.
La memoria lo primero, y los ojos al final.
Quiero dormir eternamente
Vaciar mi cabeza de las razones y las especulaciones.
Darme un tiro y pintar la pared con mis sesos.

Lo que sea para desaparecer. Para estar solo. Realmente solo, sin ti.

5.48

La cama se mueve, de un lado para el otro. Estoy acostado pero no dejo de balancearme. Apostaría a que es el miedo el que me tiene aquí, mareado, confundido. Esta noche he aceptado tres veces mi situación actual, y aun así, las interpretaciones del miedo me marean. La habitación se hace más grande, se eterniza en medio del frío y la oscuridad. La luz que queda acá es opaca, es una broma, y la que transformaba en primavera el invierno ya no está. Se fue cuando cerraste los ojos.